El mundo de los
libros para niños y niñas acoge una nueva propuesta de lectura como resultado
de la convivencia entre diversos lenguajes: el álbum ilustrado, un texto en
donde existe una relación interdependiente entre texto e imagen. No se puede
entender uno sin considerar al otro.
Para aproximarnos al álbum
ilustrado, de lo primero que debemos hablar es de la particular relación entre
el texto y la imagen: la imagen narra lo no dicho por la palabra, o la palabra
dice lo no considerado por la imagen.
A pesar de que el
álbum ilustrado es un fenómeno editorial relativamente reciente, sus orígenes
se remontan a mediados del siglo XVII y se confunden con los ámbitos comunes de
la educación y la literatura infantil. En 1650 el pedagogo Comenius publicó un
libro llamado Orbis sensualium pictus, que utilizaba la imagen como un
medio para atraer a los niños y niñas hacia el mundo del aprendizaje.
A partir de este
momento, y en función de las posibilidades que las técnicas de impresión, se
fueron explorando las distintas maneras de conjugar el texto con la imagen:
mientras más desarrollada estaba la técnica de impresión, más se incorporaba la
imagen a los textos (cuestión técnica).
Ya en la primera
mitad del siglo XIX, en los libros dirigidos a los niños y niñas predominaba el
libro con ilustraciones elaboradas en función del texto a manera de eco, de
repetición de lo ya dicho por el texto escrito.
Tras la Primera
Guerra Mundial, el advenimiento de las vanguardias y las nuevas técnicas de
impresión, conforman el escenario para el surgimiento de lo que conocemos como
el álbum moderno: un libro en que la imagen se libera del texto y se transforma
poco a poco en un actor principal de la narración.
A partir de los años
60 los textos para niños y niñas con ilustraciones se desarrollaron a un ritmo
vertiginoso, especialmente en Europa. Situación que ha pervivido hasta la
actualidad lo que conlleva un estado de permanente innovación, donde las
experimentaciones son estimuladas por editoriales que han descubierto
sorprendidas que el álbum ilustrado no sólo atrae a los más jóvenes, sino
también a un público adulto.
El álbum ilustrado,
como apuntábamos al inicio, requiere que texto e imagen se complementen y
enriquezcan. Requiere la colaboración de ambos lenguajes para crear una lectura
conjunta. Un libro donde ambos códigos interactúan de manera intencionada. Una
categoría de libros difícil de definir y que excede los límites de un género,
una moda, o de edades para convertirse en una forma de arte y una manera
diferente de leer y ser leído. Es el conjunto de la imagen gráfica y el relato
literario; de alguna manera ambas manifestaciones artísticas se complementan:
la ilustración prolonga el sentido de relato y el relato busca las
orientaciones que conducen a la fantasía por el camino de lo nuevo y diferente.
Un libro ilustrado ofrece a los lectores placer, entretenimiento y sobre todo
una experiencia creativa y estética.
Si damos a los niños
y niñas, desde edades tempranas, libros ilustrados sus capacidades intelectuales
y artísticas se verán estimuladas y se desarrollarán precozmente sus facultades
de crítica y su afición y amor al arte y a la belleza. La imagen en los libros
para niños y niñas no es sólo una propuesta estética, es un modo de
comunicación. A través de las ilustraciones de los cuentos, los lectores, desde
muy pequeños, pueden conocer el mundo que les rodea, o trasladarse a espacios
de ficción. Así, será necesario que los lectores descubran la manera de
percibir e interpretar lo que el ilustrador quiere contar. Para ello, el niño o
niña debe ver, desde muy pequeño, multitud de imágenes variadas en cuanto a
estilo, técnica, contenidos, etc., de manera que se vaya formando como lector
de imágenes y se familiarice con ese código.
En un álbum ilustrado,
la imagen es lo primero que el lector ve, es la primera impresión de la
historia. Tiene varias funciones:
Crea la atmósfera de
la obra: los colores, la técnica que el ilustrador utiliza, nos indican el
ambiente en que se sitúa la historia. Aporta información al lector sobre el
entorno, los personajes, etc.
Da el tono. Las
ilustraciones nos sugieren el contenido humorístico, poético, irónico, del
cuento.
Provoca al espectador
en su sensibilidad más íntima, poniendo en escena situaciones que favorecen
tomas de postura en relación con lo expuesto por el autor.
Ofrece la oportunidad
de un diálogo. El lector mira la imagen y ésta a su vez penetra en el lector,
produciéndole sensaciones, como risa, miedo, sorpresa, ternura...
Por tanto, la
ilustración en los libros infantiles no es un adorno, ni pretende facilitar la
lectura de los textos. Ofrece una nueva lectura que sobrepasa los límites del
texto y que no se realiza de forma lineal, sino que permite un trayecto más
libre, donde el lector es quien elige los detalles en que recrearse. A
diferencia del cine o la televisión, el niño o niña puede dominar el ritmo del
movimiento y dedicar el tiempo que quiera a un detalle, un personaje o una
acción que le atrae. Con los más pequeños y pequeñas, hay que prestar atención
a las imágenes para que sean claras, evitando romper esa línea comunicativa. No
se trata, sin embargo, de ofrecer ilustraciones pobres, siempre iguales, sino
otras que le proporcionen caminos nuevos que le ayuden a crecer como lector. El
potencial imaginario del niño juega sobre esos dos registros.
"La lectura de
imágenes siempre deja una huella sobre la sensibilidad de un niño o niña
pequeño. Las imágenes participan en la elaboración del recuerdo y ayudan en el
proceso de estructuración de su propia personalidad." (Despinette, J.)
A continuación, se
ofrece un listado de algunos álbumes ilustrados que se encuentran actualmente
en el mercado editorial:
·
“El topo que
quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza” Werner Holzwarth
·
"Donde
viven los monstruos" Maurice Sendak
·
"¿A
qué sabe la luna?" Michael Grejniec
·
"Orejas
de mariposa" Luisa Aguilar
·
"Nadarín"
Leo Lionni
·
"Madre
chillona" Jutta Bauer
·
"Pequeño
azul y pequeño amarillo" Leo Lionni
·
"El
pájaro del alma" Mijal Snunit
·
"Elmer"
David Mckee
·
“La pequeña oruga glotona”.
Eric Carle
·
“Te quiero,
niña bonita”. Rose Lewis
·
“Adivina
cuánto te quiero” Sam Mcbratney
·
“Oliver Button
es una nena” Tomie de Paola.
·
“Chivos,
chivones.” Ed. Kalandraka
·
“¡Me comería
un niño!” Sylviane Donnio
·
“El regalo perfecto”. Gillian Shields y Gary Blythe
·
“¿Qué hace un cocodrilo por la noche?”
Kathrin Kiss y Emilio Urberuaga
·
“¿No duermes, osito?” Martin Waddell y Barbara Firth
·
“El
pato y la muerte”. Wolf Erlbruch
·
“El
pez que sonreía”. Jimmy Liao
·
“No
dejes que la paloma conduzca el autobus”. Mo Willems
·
“Abuelos”.
Chema Heras
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